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¿Qué personaje de ‘Suburra’ eres tú?

¿Eres un astuto y despiadado gánster como Samurai, o un político conflictivo como Amedeo? ¡Descubre con qué personaje de Suburra te identificas haciendo nuestro cuestionario de personalidad! Haz clic en el botón de inicio a continuación para empezar.

Bienvenido al cuestionario: ¿Qué personaje de Suburra eres tú?

Sobre Suburra en pocas palabras:

Suburra: Sangre en Roma es un drama criminal de Netflix ambientado en Roma, Italia, donde poderosos políticos, criminales despiadados y corruptos funcionarios de la iglesia compiten por el control de la ciudad. La serie sigue las vidas interconectadas de un gánster, un político y un policía corrupto, mientras navegan por el peligroso mundo del poder y la decepción.

Conoce a los personajes de Suburra

Aureliano Adami

Aureliano es ese personaje que parece calmado hasta que no lo es, un tipo que tiene planes y cicatrices y un ego que se le asoma por la camisa cada dos por tres. Es ambicioso, astuto, y tiene esa mezcla de sangre fría y sentimentalismo barato que te hace no saber si abrazarlo o correr; a veces cocina pasta como si fuera terapia, otras veces destroza cosas, no sé. Se mueve entre la política y la calle con una sonrisa torcida, y jura que nunca olvida una ofensa (aunque a veces le da por perdonar, por razones raras). Tiene manías raras: colecciona llaveros que no usa y siempre llega tarde, pero lo perdonas porque tiene ese brillo en la mirada.

Alberto ‘Spadino’ Anacleti

Spadino es puro fuego y contradicciones, un chico que grita lealtad familiar con uñas pintadas y un puñetazo preparado, y sí, también es más gracioso de lo que te esperas. Tiene orgullo, códigos y un humor ácido, pero debajo late una inseguridad enorme que a veces lo hace explotar o abrazar a alguien sin previo aviso — y puede que le encante la ópera en secreto, no lo confirmo. Es leal hasta la médula a los suyos pero también necesita demostrar que vale, siempre con movimientos que parecen de baile aunque esté enfadado. Ah, y siempre tiene chicles en el bolsillo; es un detalle inútil pero real.

Amedeo Cinaglia

Amedeo es el político con cara de buena intención que vive en un caos moral constante; quiere ser limpio pero termina mete mano en cosas sucias y se inventa excusas al vuelo. Es torpe para mentir pero eficiente en disfrazar sus ambiciones, y a veces te da pena porque realmente imagina que puede arreglar el barrio — milagro improbable, pero oye. Habla rápido, se ajusta la corbata como si eso arreglara todo, y colecciona agendas (tiene una llena de listas que nunca cumple). Pequeño plot twist: jura que odia las cámaras pero posa cuando nadie lo ve.

Angelica Sale

Angélica es fría, elegante y peligrosa en tacones; maneja la política y los secretos con la misma mano que aprieta un vaso de whisky. Tiene una capacidad para manipular que asusta y enamora a la vez, como si cada sonrisa escondiera un cálculo, pero a veces se le escapan gestos tiernos (con su gato, por ejemplo, o con fotos viejas). Ama el control y el riesgo, y disfruta ver cómo las piezas se mueven en el tablero — sin que parezca que le cueste respirar. Confesión random: guarda cartas que nunca envió y a veces las relee cuando quiere acordarse de quién fue.

Adelaide Anacleti

Adelaide es la matriarca que manda con uñas de acero y delantal, la típica mujer que te mira y ya sabes que no conviene contradecirla. Tiene una devoción por la familia que da miedo y ternura al mismo tiempo, organiza negocios y cenas con la misma eficacia, y no tolera traiciones (ni platos sucios en el fregadero, no bromeo). Es ferviente, práctica y pone reglas; también tiene un lado muy humano que aparece en pequeñas cosas: un beso en la frente, una receta secreta de las que nadie conoce. Y sí, colecciona delantales de diferentes colores, lo que la hace menos intimidante por cinco segundos.

Samurai

Samurai es el enigma estilizado de Suburra: elegante, brutal y silencioso hasta que decide hablar, y cuando habla no suele ser para consolar. Tiene carisma de jefe absoluto, códigos personales raros y una mirada que pesa más que cualquier amenaza; a la vez cultiva cierta estética (chaquetas perfectas, reloj caro) y una calma que hiela. Es violento cuando debe, calculador siempre, y parece que ama el poder por arte tanto como por necesidad; también canta bajito en el coche, cosa que nadie esperaría. Pequeño detalle absurdo: guarda tickets de cine viejos y a veces los mira como quien recita preciosos recuerdos.