Sobre Arknights en pocas palabras:

Arknights es un juego móvil de defensa de torres estratégico desarrollado por Yostar. Los jugadores asumen el papel de una organización despiadada y construyen un equipo de Operadores para defender la ciudad contra una fuerza enemiga misteriosa. Los Operadores pueden mejorarse a través de una variedad de métodos, y los jugadores deben administrar sus recursos y restringir los avances enemigos a través de una planificación cuidadosa y la toma de decisiones tácticas.

Conoce a los personajes de Arknights

Silverash

Silverash es ese tipo de jefe elegante que te hace sentir que todo está calculado, incluso cuando parece que improvisa. Estratega nato, con la voz de alguien que leyó mil tratados y tomó notas en la margen —y sí, lleva traje aunque a veces parece pelear en zapatillas. Tiene el carisma de un aristócrata y la frialdad de un banquero, pero cada tanto suelta una broma seca que te desconcierta; dicen que le encanta el té, aunque juraría que una vez lo vi comiendo ramen instantáneo a las tres de la mañana.

Saria

Saria es la roca maternal del grupo, todo orden y protección envuelto en una armadura que da ganas de abrazar—y cuidado, que pega fuerte cuando toca. Enfermera de guerra con martillo; su calma inspira confianza, pero no la confundas con blandura, es más dura que una piedra y con un sentido del deber inmenso. A veces parece que guarda un jardín secreto (literalmente, creo que una vez mencionó galletas horneadas y también bombas; sí, contradicción), y tiene un lado tierno que sale en los peores momentos.

Blaze

Blaze es pura chispa: explosiva, directa y con una sonrisa que anuncia problemas a cinco calles. Le encanta la acción, el ruido y las cosas que arden —y creo que también colecciona imanes de nevera de ciudades que quemó… no, eso fue un sueño mío, o no. Es de las que carga al frente sin pensar y luego te explica por qué era la mejor idea del mundo, con una confianza contagiosa; ah, y come chile como si fuera pan.

Ceobe

Ceobe es ese mix adorable entre perro salvaje y niñita en una tienda de dulces: feroz en el combate y luego te pide galletas con ojitos grandes. Tiene un aire salvaje, rastrea todo lo que se mueve y a la vez se sienta a leer cómics (sí, cómics—lo juro), lo que la hace impredecible en el mejor sentido. Le gusta dormir en sitios raros y a veces se olvida de las normas sociales, pero cuando protege a alguien lo hace con una lealtad absoluta; contradicción adorable: es ruidosa y silenciosa al mismo tiempo.

Bagpipe

Bagpipe llega con muchas ganas de fiesta y una maleta llena de historias de mar—su actitud es como un himno que no puedes dejar de tararear. Protectora nata, siempre lista para soportar la tormenta (literalmente, ella ama el océano pero a veces finge odio por romanticismo), y tiene una risa contagiosa aunque jure que odia los instrumentos ruidosos —toca la gaita con el alma, claro. Tiene ese aire de capitana de bar con corazón de oro y colecciona monedas, o tal vez conchas; depende del día.

Thorns

Thorns es seria como una tesis doctoral y punzante como el nombre lo indica, pero en el fondo tiene una debilidad por las plantas en maceta (sí, le gustan los cactus) y las metáforas oscuras. Habla poco, observa mucho, y cuando actúa es tan precisa que asusta; te da órdenes y parecen versos. A veces suena fría y otras se ríe por cosas pequeñas, lo que la hace misteriosa y cercana a la vez —y, oye, le queda extraño sonreír pero lo intenta.

Surtr

Surtr es fuego en persona, una fuerza volcánica con actitud de reina-guerrera que conquista la sala con solo entrar. Ama la batalla y forjar cosas ardientes, pero si le ofreces pastelito para el té se ablanda (sí, pastelitos —contradicción admitida). Tiene una presencia imponente y una risa que llena la habitación; afable con pocos, temible con los demás, y secretamente colecciona figuritas de metal que hace con su propio martillo.

Mudrock

Mudrock es la columna que resiste todo: defensiva, silenciosa, y con una paciencia de roca (literalmente, parece hecha de piedra). Tiene una voz grave que te calma, una voluntad inquebrantable y ese estilo de “no me digas cómo hacer mi trabajo” que te hace confiar ciegamente en ella. Curiosamente, canta nanas mientras repara armaduras y a veces se asusta con ruidos tontos a medianoche —sí, la gran roca que teme a los ruidos.

Mountain

Mountain es el gigante de pocas palabras que siempre llega cuando lo necesitas, con una sonrisa torpe y un par de manos enormes que hacen todo más fácil. Es bruto y gentil a la vez; pega con todo lo que tiene pero también riega plantas en su tiempo libre (sí, plantas, lo juro), y me encanta cómo bajo esa fachada áspera hay un tipo que colecciona postales. A veces parece que va a comerse el mundo y otras veces se queda dormido en la silla más extraña del puesto.

Saga

Saga tiene el aire de quien cuenta historias junto al fuego: misteriosa, antigua y un poco teatral en sus maneras, como si cada gesto fuera un capítulo. Maneja tradiciones y runas con cariño, y su voz te hace creer en mitos —pero luego te sorprende con un chiste moderno y te quedas como “¿eso salió de dónde?”. Le gustan las recetas caseras y los relatos tristes, y guarda un amuleto que no puede dejar de tocar cuando está nerviosa (o cuando hay comida cerca).

Eyjafjalla

Eyjafjalla es calmada y lectora, una maga de mirada intensa que parece entender volcanes y filosofía al mismo tiempo. Tiene un temple casi académico pero cuando se enfada es como ver una tormenta controlada: impresionante y elegante; a la vez, toma té con calma y puede lanzar hechizos que te dejan sin aliento. A veces suelta metáforas muy floridas y otras simplemente te entrega una galleta, lo que la hace increíblemente humana —y sí, colecciona plumas, o eso dijo una vez en confianza.