Sobre Mrs. Davis en pocas palabras:

Mrs. Davis es una serie limitada de comedia dramática de ciencia ficción estadounidense que sigue el viaje de una monja estadounidense en busca del Santo Grial. Ambientada en un mundo donde la tecnología y la fe chocan, la historia se desarrolla cuando la monja, Simone, se rebela contra un sistema de inteligencia artificial omnisciente y confronta su pasado. Junto con un elenco diverso de personajes, emprende una aventura global para descubrir la verdad y obtener una comprensión más profunda de su existencia.

Conoce a los personajes de la Sra. Davis

Simone

Simone es el tipo de protagonista que te da ganas de aplaudir y pegarle al mismo tiempo; intensa, cabeza dura y con un código moral extraño que con frecuencia se salta. Es una monja-matona (sí, suena raro, pero funciona), feroz en la misión y sorprendentemente blanda en las cosas pequeñas —como las películas cursis que se pone a ver cuando nadie mira—. Habla con la boca grande, guarda un rosario en el bolsillo del abrigo y a veces lo usa como si fuera un llavero, y sí, eso tiene sentido en su mundo caótico. Hay momentos en que parece invencible y otros en que se le nota el cansancio; es humana, pero con una rabia que la hace inolvidable.

Wiley

Wiley es el cliché adorable del nerd rebelde pero en versión imperfecta: brillante con la tecnología, torpe en las relaciones humanas y con una risa que te atrapa sin querer. No sé por qué insiste en llevar siempre la misma sudadera (quizá la lava, quizá no), colecciona bolígrafos —no hay explicación lógica— y tiene una lealtad que te rompe el corazón cuando aparece. A veces actúa como si tuviera miedo de todo y al siguiente segundo se lanza como si no supiera lo que es el miedo; contradicciones que lo hacen real. Tiene ideas locas, soluciones que no deberían funcionar y, sin embargo, funcionan; es el tipo que salva el día cuando nadie más entiende el manual.

Jay

Jay es ese comodín encantador que entra en una escena y la cambia por completo; carisma barato pero genuino, con un pasado que parece sacado de mil anécdotas que nunca cuenta completas. Es pícaro, rápido con la lengua y con ojos capaces de convencerte de cualquier cosa (y probablemente lo hará), pero también tiene un rincón tierno donde guarda cosas como sobres antiguos o una postal rota —sí, cosas raras, lo sé—. Actúa como un superviviente: improvisa, negocia, hace tratos (no siempre limpios) y, sin embargo, tiene un código propio que aparece en los peores momentos. A veces parece que está más preocupado por su próximo truco que por las consecuencias, y otras veces sorprende con una lealtad inesperada que te deja hablando solo.