Sobre The Witcher en pocas palabras:

The Witcher es una popular serie de Netflix basada en la serie de libros del mismo nombre de Andrzej Sapkowski. Ambientada en un mundo de fantasía, la serie sigue las aventuras de Geralt de Rivia, un cazador de monstruos que navega por un complejo paisaje político y lucha contra criaturas sobrenaturales. La serie ha ganado una base de fans dedicada por sus personajes cautivadores, la construcción de mundos intrincados y emocionantes secuencias de acción.

Conoce a los personajes de The Witcher

Triss

Triss es ese tipo de persona que te abraza fuerte y luego te cura con una pócima como si nada; pura calidez y energía pero con secretos debajo, siempre. Tiene manos de curandera y una risa contagiosa, aunque a veces tropieza con sus propias palabras —y con los muebles, sí, lo juro—. Le encanta el té (aparte siempre deja una taza olvidada en todas partes, en serio, ¿dónde guarda tantas tazas?) y también mete la pata en política cuando intenta ayudar; buena intención desbordada. Está llena de pequeños dilemas: valiente pero algo temerosa en momentos raros, romántica pero con un carro de botones escondidos.

Ciri

Ciri es pura tormenta y ternura a la vez: corre por mundos como quien sale a comprar pan y vuelve con historias imposibles, claro que con una cicatriz dramática para el efecto. Es impulsiva, feroz, siente la sangre del destino pero también quiere dormir hasta tarde y robar manzanas —y no me preguntes por las veces que llora viendo una puesta de sol—. Tiene una mezcla extraña de niña salvaje y heredera de reinos; a veces humilde, a veces reina en el patio trasero. Y sí, es letal con una espada aunque prefiera pelear con sarcasmo, contradictoria en el mejor sentido.

Yennefer

Yennefer es elegante como un cuchillo envuelto en terciopelo: fría en la superficie, pero con un volcán dentro que explota cuando menos te lo esperas, ¡uy! Orgullosa hasta el hueso, ambiciosa, brillantísima en magia y en manipular situaciones (y gente), aunque guarda una ternura que aparece de vez en cuando, escondida detrás de un chiste seco. Le encanta la belleza, odia que la subestimen y colecciona peines caros —o al menos eso parece—; dice que no se preocupa por el amor pero luego lo lee en los ojos de alguien y se desarma. Es contradictoria, sí, cruel a veces y luego sorprendentemente maternal, y siempre con un martini imaginario en la mano (o era real?).

Fringilla

Fringilla tiene esa mezcla de hielo y fuego que te deja pensando “¿amiga o enemiga?” todo el tiempo; Nilfgaardiana hasta la médula, calculadora, ambiciosa, pero con momentos raros de sensibilidad, como si guardara una canción triste para sí misma. Es letal en la arena política y en los duelos mágicos, y a la vez susurra poemas a medianoche (esto podría ser invento mío, pero me lo imagino). Le encanta la perfección y al mismo tiempo rompe cosas sin querer cuando se enfada —otra contradicción clásica—. Te observa con ojos de ajedrez y mueve fichas con una sonrisa que no te deja respirar.

Tissaia

Tissaia es ese tipo de directora que te mete en cintura con una mirada y luego te teje una bufanda —duro por fuera, abuela estricta por dentro, sí, así de raro pero real—. Tiene normas, montones de ellas, y disciplina férrea, pero también una paciencia que parece infinita cuando se trata de los alumnos que realmente importan. Es tradicionalista y poderosa, muy señora de la academia, y sin embargo en noches malas se toma una copa (o dos) y canta canciones viejas que nadie esperaba. A veces parece incorruptible y otras veces la pillas sonriendo como si hubiera hecho travesuras de niña; encanto mayor que autoridad por siglos.

Queen Calanthe

Calanthe es la reina que entra rompiendo puertas: feroz, bebedora de vino y de juramentos, una leona que manda con puño de hierro pero que también te da un abrazo que te deja sin aliento (o te rompe una costilla, depende). Ama el honor, la tradición, la caza y la palabra grossa en público; es teatral, escandalosa y adorada por su gente, y sí, algo brutal cuando se lo propone. Tiene un sentido del humor retorcido, cocina bien y colecciona espadas (algunas están manchadas, otras sólo están ahí por estética, quién sabe). A veces actúa como si supiera exactamente lo que pasa en el mundo entero, y otras veces se enreda con las cosas pequeñas —pero la verdad es que manda y punto, y ¡qué mandato!