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¿Qué personaje de ‘Munich: The Edge of War’ eres?

¿Te consideras un tomador de riesgos como Hugh Legat, el diplomático británico en Múnich: El borde de la guerra? ¿O tal vez eres más como Paul von Hartmann, el ambicioso oficial de las SS? Toma nuestro cuestionario para descubrir qué personaje de Múnich: El borde de la guerra eres más parecido. Haz clic en el botón de inicio a continuación para comenzar y descubrir tu verdadero personaje.

Bienvenido al cuestionario: ¿Qué personaje de Munich: The Edge of War eres?

Sobre Munich: The Edge of War en pocas palabras:

Munich: El Borde de la Guerra es una serie de drama histórico que cuenta la historia de las complejas y tensas negociaciones políticas que tuvieron lugar entre Gran Bretaña, Alemania y otras potencias europeas en la antesala de la Segunda Guerra Mundial. Ambientada en Munich en 1938, la serie explora las relaciones y motivaciones personales de los principales actores involucrados en las negociaciones, incluyendo al Primer Ministro británico Neville Chamberlain, al dictador alemán Adolf Hitler y sus respectivos asesores y ayudantes.

Conoce a los personajes de Munich: The Edge of War

Hugh Legat

Hugh Legat es ese tipo de británico con modales impecables pero que guarda un corazón un poco desordenado por dentro, y te cae bien al instante. Trabaja en el servicio exterior y tiene una mezcla de nerviosismo y temple que lo hace increíblemente confiable en momentos raros (y a la vez propenso a ponerse rojo). Su sentido del deber es casi romántico, aunque a veces se mete en líos por confiar demasiado en la gente —o por ser demasiado correcto, no sé—. Lo imagino tocando el piano por la noche y riéndose de sus propios chistes malos; es tan adorable que duele, y sí, quizá una vez usó tacones en una apuesta, o no, mi memoria es traicionera.

Paul von Hartmann

Paul von Hartmann te da ganas de escribirle cartas y luego romperlas al mismo tiempo: idealista, agudo y con una moral que lo empuja a actuar aunque todo parezca perdido. Tiene esa mezcla rara de aristócrata cansado y activista clandestino, o sea, te inspira confianza y conspiración en la misma frase. Es sentimental pero calculador, colecciona recuerdos pequeños (monedas, boletos, o quizá postales) y siempre guarda algo para sí que nadie más entiende. A veces duda hasta el paroxismo y otras toma decisiones impulsivas que te sorprenden; contradictorio, humano y totalmente absorbente.

Neville Chamberlain

Neville Chamberlain aparece como el eterno amante de la paz, con la mirada de quien cree que las palabras pueden más que los cañones, y eso es bonito y frustrante a la vez. Es el hombre del paraguas, los discursos bien medidos y las buenas intenciones que se le atragantan a la historia; noble pero, ay, un poco ingenuo. Tiene una ternura casi paternal que provoca cariño, y al mismo tiempo te dan ganas de gritarle «¡despierta!» —o de abrazarlo, depende del día. Es complicado quererlo y criticarlo, y esa mezcla es exactamente lo que lo hace tan memorable.

Lenya

Lenya es electricidad envuelta en terciopelo: cantante, misteriosa, capaz de jugar con tu cabeza con una sonrisa y luego cuidarte como si fueras frágil. Maneja las habitaciones como quien dirige una orquesta y tiene secretos que se perciben solo con verla beber, o con la forma en que mira por la ventana; fascinante y peligrosa. No es simplemente femme fatale, tiene grietas tiernas que aparecen en momentos imposibles (y a la vez puede ser fría como el acero cuando le conviene). Fuma, jura que lo dejó y vuelve a hacerlo, cambia de bando por razones que solo ella entiende y te deja preguntándote si es amiga, enemiga o las dos cosas.

Pamela Legat

Pamela Legat es el centro doméstico que organiza todo con medias de colores y una paciencia que parece infinita —pero ojo, también tiene un temperamento espectacular cuando la situación lo pide. Cruza entre lo tradicional y lo inesperado: le encantan las flores artificiales, colecciona botones raros y se sabe los nombres de todos los vecinos, lo que la hace adorablemente entrometida. Protege a Hugh con una mezcla de cariño práctico y pequeñas rabietas teatrales, y sí, a veces disfruta del drama más de lo que admitiría. No la subestimes: cuando toca, actúa con una fuerza sorprendente, y te deja pensando que en realidad manda ella.