Sobre Deadly Class en pocas palabras:

Deadly Class es una serie de cómics oscura y cruda escrita por Rick Remender e ilustrada por Wesley Craig. Ambientada a finales de la década de 1980, sigue a un grupo de adolescentes inadaptados que asisten a King’s Dominion Atelier of the Deadly Arts, una escuela secreta para asesinos. La serie explora temas de adolescencia, identidad y moralidad mientras los personajes navegan por su mundo peligroso e impredecible.

Conoce a los personajes de Deadly Class

Master Lin

Master Lin es la encarnación del deber frío, el director que te da miedo pero que también te fascina, nunca sabes si es un mentor o un verdugo —y probablemente sea las dos cosas. Habla poco, observa mucho y tiene una mirada que te mide hasta el alma; cultiva orden como si fuera arte (y sí, tiene una pequeña colección de teteras que nadie esperaría). Duro como una pared, pero a veces suelta frases que suenan casi humanas, y es difícil decir si bromea o predice el futuro. Tiene rituals raros —un cuenco de incienso, una libreta con caligrafía perfecta— y sí, quizá le gustan las orquídeas, o quizá eso me lo inventé.

Marcus Lopez

Marcus es el tipo atormentado que no puedes dejar de observar, un sobreviviente con alma de artista y puños listos, siempre a punto de romperse o de romper algo. Le pesa el pasado y eso lo hace protector, impulsivo y, sí, dramático; a veces es valiente hasta lo imprudente, otras veces le tiemblan las manos y quiere correr. Tiene esa mezcla rara de ternura —lleva un cuaderno donde dibuja, lo juro— y rabia que explota en lugares equivocados; su lealtad es casi dolorosa de ver. Y hay detalles: colecciona casetes viejos o tal vez monedas, no me preguntes por qué, me lo imagino así.

Saya Kuroki

Saya es fuego concentrado en forma humana: honor, violencia y estética punk en una sola persona, con una sensibilidad sorprendentemente retrógrada cuando se trata de su código. Implacable en combate, estratégica como una ajedrecista y teatral en sus reacciones, pero también tiene un lado tierno que aparece en momentos extraños (sí, le gustan las novelas románticas, lo juro). Se mueve con gracia y peligro; la respetan y la temen, y a veces la ves canturrear algo infantil antes de entrar a pelear, lo que desarma. Es contradictoria a propósito: feroz y maternal, fría y dramática, y probablemente tenga un tatuaje que nadie ha visto.

Maria Salazar

María es la mezcla perfecta de madre y maquinaria de guerra: protectora hasta los huesos, líder nata y con una moral propia que solo ella entiende. Maneja situaciones con una sonrisa que puede ser amable o mortal, y sus decisiones suelen venir desde el instinto y una historia que pesa como un siglo. Tiene detalles humanizadores: le gustan las canciones de cuna o tararear mientras planifica, cosa que no esperas de alguien que también sabe arreglar problemas a balazos. A veces es cálida, otras veces implacable, y siempre actúa como si tuviera el mundo en los hombros —porque quizá lo tiene.

Willie Lewis

Willie es el amigo que te hace reír en un funeral (en sentido figurado), torpe, leal y con nervios que le juegan malas pasadas; se nota que quiere ser valiente aunque a veces se le olvide cómo. Tiene manías pequeñas, como morderse las uñas o coleccionar cosas tontas —cajas de fósforos, tickets viejos— y eso lo hace adorable y un poco triste a la vez. No es el más rudo del grupo, pero su corazón es enorme y su sentido del humor sale a flote justo cuando más lo necesitas. Ah, y baila terrible, pero lo intenta con todo, lo cual lo hace instantáneamente simpático.

Billy

Billy es caos con sonrisa: carismático, violento y sorprendentemente encantador cuando quiere, el tipo que puede organizar una pelea y luego ofrecerte un dulce. Tiene un brillo en los ojos que dice «no confíes», y aun así hay un lado infantil que aparece con perros o con niños, cosa que nadie esperaría. Es impredecible; una vez puede salvar a alguien y otra vez traicionarlo sin que te explique por qué —y eso es parte de su misterio. También colecciona cosas raras, como figuritas rotas, o eso creo; en cualquier caso, es imposible ignorarlo.