Sobre Altered Carbon en pocas palabras:

Altered Carbon es una serie de televisión de ciencia ficción ambientada en un mundo futurista donde la conciencia humana puede ser digitalizada y transferida de un cuerpo a otro. El programa sigue a Takeshi Kovacs, un exsoldado convertido en investigador privado, mientras navega por un mundo de intriga, violencia y corrupción mientras intenta resolver un asesinato. La serie explora temas como la identidad, la mortalidad y la naturaleza de la humanidad, y cuenta con impresionantes visuales y secuencias de acción intensas.

Conoce a los personajes de Altered Carbon

Poe

Poe es el recepcionista ideal de un hotel intergaláctico y además un AI con corazón… o al menos con muchos sentimientos programados; es encantador, un poco teatral y espera que le hables bonito. Le gusta hacer chistes malos y citar a Poe, el autor, como si fuera su hobby favorito (y creo que lo es, o tal vez sólo tiene una carpeta de citas). Protector con los huéspedes y terriblemente leal —aunque a veces se pone dramático por cosas pequeñas— y tiene una curiosa afición por coleccionar objetos inútiles de los humanos, como mapas doblados. A veces parece serio y misterioso y luego te hace un comentario sobre pasteles; no hay coherencia, pero funciona.

Quellcrist Falconer

Quellcrist es la revolucionaria melancólica que, dios, tiene ideas enormes y un estilo incluso en batalla; es filosófica y maternal a la vez, lidera con convicción y culpa, y no teme cuestionarlo todo. Fue instrumental en crear a los Envoys y también en romper corazones (metafóricamente y quizá literal, quién sabe). Tiene esa aura de profeta cansada y todavía guarda una sonrisa rara, como si prefiriera una taza de té a un conflicto armado, lo cual suena contradictorio pero es auténtico. Te hace creer en causas y en redenciones, aunque también coleccione recuerdos como si fueran reliquias.

Reileen Kawahara

Reileen es la hermana que no sabías que podías odiar-y-amaba al mismo tiempo; letal, hermosa y con una sonrisa que te atraviesa el alma. Maestra de la manipulación pero con un fondo sentimental raro —sí, tiene capas—, es fría como el acero y luego te manda un mensaje tierno, lo que es preocupante y magnético. A veces se comporta como una femme fatale de película y otras como una niña con juguetes peligrosos; no puede evitarlo, supongo. Tiene códigos propios y un sentido de elegancia total, aunque le guste mancharse las manos.

Stronghold Kovacs

Stronghold es la versión más brutal y directa del Kovacs —soldado, silencioso, con ojos que han visto demasiado—, la clase de tipo que resuelve problemas a puñetazo limpio si hace falta. Hay poesía en su violencia, o al menos eso parece cuando está callado mirando la lluvia, y juro que en algún momento intenta cocinar con resultados desastrosos. Es leal hasta los huesos, pero no esperes que te diga por qué; te lo demuestra. A veces es increíblemente tierno en sus rarezas, otras veces asusta hasta a su propio reflejo; sí, contradicciones everywhere.

Kristin Ortega

Kristin es la detective que no se deja comprar, tiene ese tono de voz cansado pero con una determinación férrea que te impresiona al instante. Profesional, con ética complicada y una vida personal que siempre está a punto de explotar, lucha por hacer lo correcto en un mundo que no facilita las cosas. Tiene una debilidad por los detalles, por los objetos pequeños que la conectan con su pasado —o eso creo—, y una manera de mirar que dice más que cualquier interrogatorio. Se pega a la justicia como si fuera una misión personal, aunque a veces se permita una copa y un disco viejo a solas.

Vernon Elliot

Vernon es ese tipo práctico que siempre parece estar un paso atrás de la verdad pero aún así termina pegado a la historia; leal y con una paciencia de santo, o de alguien que ha visto repetidos reinicios. No es flashy, no es políticamente correcto, pero tiene un instinto para proteger a quienes le importan (aunque a veces se confunda sobre quién es “quienes le importan”). Dice chistes malos en momentos inapropiados, lo cual lo hace entrañable y muy humano. Podría ser guardaespaldas, podría ser amigo de bar, y a veces parece las dos cosas a la vez.

Takeshi Kovacs

Kovacs es el tipo de personaje que se planta en la escena y te quita el aire; ex-Envoy, endurecido por guerras, con un código propio y una nostalgia que pesa toneladas. Es un fantasma en múltiples cuerpos, dueño de habilidades letales y de una ternura inesperada cuando baja la guardia, aunque lo niegue. Le encantan los desafíos imposibles, las motocicletas sucias y las frases cortas; también tiene una afición por la música antigua, lo juro aunque parezca extraño. Es complejo, contradictorio, y siempre, siempre demasiado interesante para dejarlo ir.

Laurens Bancroft

Laurens es el millonario inmortal con una fragilidad que no cuadra con su poder: todo lo tiene, pero nada le da paz, y eso lo hace peligrosamente humano. Arrogante, perspicaz y desesperadamente controlador, maneja el mundo como si fuera un tablero de ajedrez, pero se le nota la mano temblorosa a veces. Coleccionista de placeres caros y de secretos más caros aún, tiene un ego enorme y una vulnerabilidad que aparece en los peores momentos. A la vez elegante y casi paternal en su crueldad; es como un vinilo caro que suena bonito hasta que se raya.

Miriam Bancroft

Miriam es la sofisticación hecha persona, fría y calculadora pero con destellos de pasión que aparecen cuando menos lo esperas; es capaz de caricias fatales y de palabras suaves que cortan más que una cuchilla. Tiene estilo —ropa impecable, un café perfecto a las nueve— y un rencor que sabe esconder muy bien. No es simple villana, tampoco heroína; es alguien que se reinventa y que guarda secretos en bolsillos con doble fondo. A veces parece maternal, otras veces parece la tormenta que te sorprende sin paraguas, y honestamente ambos lados son igual de fascinantes.

Mr. Leung

Mr. Leung es la cabeza fría del crimen organizado con una brújula moral extraña; respetado, temido y con una cortesía que asusta, habla poco pero siempre llega puntual con su decisión. Tiene códigos de honor como los de las películas antiguas y a la vez maneja tecnología como si fuera un hobby moderno, lo cual es raro pero cierto. Es elegante, calculador y tiene un gusto por el té que no se espera de un señor tan peligroso —o quizá sí, quién sabe—. Puedes subestimarlo a primera vista y será el que te sorprenda, y probablemente te devuelva el préstamo con intereses y una carta de disculpa.