Sobre Boardwalk Empire en pocas palabras:

Ubicada en Atlantic City durante la era de la Prohibición, Boardwalk Empire sigue la vida de Enoch «Nucky» Thompson, un político y gángster corrupto que controla las actividades de contrabando y juego de la ciudad. La serie explora temas de poder, violencia y corrupción, mientras representa el estilo de vida lujoso de los años 1920.

Conoce a los personajes de Boardwalk Empire

Nucky Thompson

Nucky es esa mezcla tóxica de político elegante y mafioso con traje impecable, siempre con una sonrisa que no termina de llegar a los ojos. Controla Atlantic City como si fuera un tablero de ajedrez y, sin embargo, a veces toma decisiones por orgullo o por capricho (sí, orgullo de esos que queman). Tiene un lado paternal que aparece en momentos rarísimos y, también, una gestión fría que no perdona a quien le falla; es profundamente estratégico pero también le encanta hacerse el héroe en público. Ah, y probablemente coleccione alguna tontería de playa porque, ¿por qué no?

Margaret Schroeder

Margaret empieza como la chica inmigrante humilde y se transforma en una mujer con uñas de acero, pero con agujeros de culpa por todos lados; es tan moral como pragmática, a veces en la misma frase. Tiene esa mezcla de devoción y ambición que la hace feroz, y puede perdonar o tramar en un parpadeo (esto suena raro, pero es verdad). Adora los vestidos finos y, al mismo tiempo, organiza todo como una empresaria clandestina; es maternal y fría, y a veces parece no recordar cuál de las dos es la verdad. Y sí, creo que le gusta cantar en la ducha cuando nadie la oye —o lo juro, me lo he imaginado—.

Al Capone

Capone es puro temperamento: un huracán carismático con puños de hierro y un sentido del humor que te hiela la sangre cuando sonríe. Es cruel y proteccionista, un tipo de familia que te invita a cenar y te parte la garganta si corres la boca (no te confíes). Ama la música y la vida social casi tanto como el poder, y tiene ese detalle raro de cocinar o arreglar algo doméstico cuando está nervioso —o eso cuentan—. En resumen: peligroso, encantador y absolutamente impredecible, con un corazoncito criminal escondido debajo de un traje caro.

Chalky White

Chalky es puro orgullo y dignidad, un líder con manos grandes y un sentido de justicia que parece salido de otra época (pero también sabe cuándo ensuciarse las manos). Mantiene su comunidad con la misma ferocidad con la que protege su nombre, y tiene un humor seco que te sorprende cuando menos te lo esperas. Es leal hasta el límite y vengativo cuando lo traicionan, pero también tiene momentos de ternura que te rompen (sí, llora en silencio, lo digo yo). Lleva sombreros elegantes y quizá una costumbre extraña de hablar con su piano de vez en cuando —no me preguntes por qué lo imagino así—.

Jimmy Darmody

Jimmy es el soldado roto que quiere ser algo más que eso: ambicioso, impulsivo y con una rabia contenida que explota en malas decisiones. Es brillante en su propia manera —estratégico, carismático— pero la culpa y la ira le juegan malas pasadas; a veces parece un chico con orgullo herido intentando ser un hombre peligroso. Tiene momentos de ternura inexplicables (cuida de quien no debería; contradicciones everywhere), y su relación con poder y familia es un nudo que nunca acaba de deshacerse. Oh, y le gustan los libros, o al menos finge leerlos delante de alguien importante; o tal vez sí lee, no estoy seguro.

Gillian Darmody

Gillian es esa mezcla extraña de superviviente teatral y villana trágica; glamorosa, manipuladora y terriblemente solitaria. Vive en el pasado y en fantasías, fingiendo maternidad y amor mientras confunde desesperación con poder (es caos envuelto en encaje). Tiene momentos de vulnerabilidad que te hacen odiarla y querer abrazarla al mismo tiempo —es agotador pero adictivo—. Además guarda objetos absurdos en cajones, como si coleccionara excusas y porcelana vieja; no me preguntes por qué lo sé, es intuición de fan.

Eli Thompson

Eli es el hermano que siempre está tratando de demostrar algo: leal hasta la impotencia, lleno de inseguridades y con un sentido del humor raro que sale en los peores momentos. Se mete en problemas por orgullo y por querer impresionar (a su propio ritmo), y es capaz de lo más honorable y lo más cobarde en la misma semana; es como ver a alguien intentando caminar en zapatos demasiado grandes. Tiene instantes de comedia involuntaria pero también puede ser peligrosamente eficiente cuando hay que hacer el trabajo sucio. Y, sí, probablemente tenga alguna afición doméstica absurda, como coleccionar cucharas o hablar con su perro (quizá no tenga perro, o sí).

Nelson Van Alden

Van Alden es el predicador agrietado: obsesivo, rígido hasta la paranoia y con un código moral tan estricto que termina destruyéndolo (ironía cruel, ¿no?). Se presenta como austero y correcto pero debajo late un tipo profundamente conflictivo que se transforma cuando nadie mira; es como ver un sermón romperse en la mitad. Es meticuloso, callado y, a la vez, capaz de explosiones de violencia que dan escalofríos; también tiene momentos ridículamente domésticos, como si guardara recetas de cocina en un cajón secreto (no tiene sentido, pero lo imagino). En fin, es el ejemplo perfecto de “mejor no confiar en lo que parece”.