Sobre The Lincoln Lawyer en pocas palabras:

El Abogado del Diablo es una serie de televisión de drama legal basada en la novela más vendida del mismo nombre de Michael Connelly. El programa sigue la vida de Mickey Haller, un carismático abogado defensor criminal que opera desde su Lincoln Town Car y asume casos de alto perfil que lo desafían tanto personal como profesionalmente. Con un elenco de personajes convincentes, El Abogado del Diablo ofrece una representación cautivadora del sistema de justicia penal y las complejidades de la psique humana.

Conoce a los personajes de ‘El abogado del diablo’

Mickey Haller

¡Mickey es ese abogado que parece vivir en su coche y en una cadena perpetua de llamadas a las tres de la mañana! Carismático, rápido con las palabras y con una moral que se estira dependiendo del caso (o del cliente), pero ojo, no es malo en el fondo… o eso cree él, al menos. Tiene un ojo clínico para las grietas legales y otra obsesión por el café, aunque jure que en realidad prefiere el té —y a veces hasta dice que odia los autos grandes pero tiene una Lincoln que ama—. Es el tipo que arregla todo con una mezcla de ley, improvisación y encanto, siempre con una excusa graciosa y un plan B que nadie esperaba.

Lorna

Lorna es la organizadora emocional del caos; fuerte, práctica y con un radar para saber cuándo decir «basta» (y cuándo lanzar una mirada que te deja en silencio). Es maternal sin ser empalagosa, ama las listas y los calendarios y, sorprendentemente, guarda boletos viejos de conciertos en una caja que niega tener, aunque todos sabemos que sí. Tiene una paciencia enorme pero si la cruzas verás una cara fría al instante, es de aquellas que no dudan en poner límites —y luego te manda galletas—. A veces parece imperturbable y otras se pone sentimental por una canción cursi; no es muy coherente, pero funciona.

Maggie McPherson

Maggie es la fiscal con principios, la que no traga tonterías y que te mira como si leyera todo tu pasado en tus pupilas; firme, justa y tozuda en la mejor manera posible. Cree en la ley más que en las excusas y tiene esa mezcla rara de ternura oculta bajo una coraza profesional —y sí, puede llorar en la ducha, though she won’t admit it en público—. Es decente hasta el extremo, lo cual la mete en problemas y la hace admirable; además, es madre y eso la pone en modo «protección total» cuando se trata de los suyos. Aunque jura que no le gustan los dramas, suele crear uno cuando menos te lo esperas (por causas nobles, claro).

Izzy

Izzy es esa mano derecha que hace de todo: investiga, consuela, cocina malísimos huevos revueltos pero con actitud, y siempre llega con noticias que te cambian el día. Es callejera pero lee poesía los domingos —o eso dice cuando alguien le pregunta—, y tiene una lealtad que casi duele, porque no abandona ni aunque el mundo parezca pedirlo. Tiene ojos que no se pierden nada y una sonrisa cansada, además de costumbres raras, tipo hablar con plantas (o con su teléfono; no queda claro). A veces parece contradictoria (se queja del riesgo pero luego salta sin pensarlo) y por eso es queridísima y peligrosa a la vez.

Cisco

Cisco es el músculo y el cerebro práctico en uno: sabe abrir una puerta sin drama y también te arma un plan de escape que ni la película más loca. Callado en apariencia, guarda historias enormes y colecciona figuritas (o eso me dijeron ayer, podrían ser imanes de nevera, quién sabe), y tiene una calma que aterra porque no se desespera nunca —o eso parece; un día lo vi hiperventilar por perder las llaves, así que eh, no tan zen. Es fiel hasta el hueso y sorprendentemente buen tipo… con un gusto terrible por las playlists de los 80, seriously. Su presencia sola ya cambia el tono del equipo: menos drama, más eficacia.

Trevor Elliot

Trevor es el abogado ambicioso y un poco nervioso que quiere comerse el mundo, con traje impecable y una sonrisa que a veces se siente un poco ensayada (pero funciona, la mayoría de las veces). Le gusta demostrar que sabe más que los demás, colecciona bolígrafos caros y olvida nombres, curiosamente, lo que lo hace humano y, uh, adorable en plan desastre eficiente. Tiene genio para los números y para hacer acuerdos, aunque su confianza se quiebra si le preguntas por su infancia (lo vi una vez, se puso rojo y cambió de tema). En resumen: parece perfecto en la tarjeta de presentación pero en realidad es un tirabuzón de inseguridades que intenta mantenerse recto, y a veces lo logra espectacularmente.