Saltar al contenido

¿Qué personaje de ‘Sacred Games’ eres?

¡Bienvenido al cuestionario de personajes de Sacred Games! ¿Crees que tienes lo necesario para ser el próximo Ganesh Gaitonde o Sartaj Singh? Toma este cuestionario para descubrir qué personaje de la popular serie de Netflix de India te parece más. Con personajes únicos y complejos, este cuestionario está diseñado para ayudarte a descubrir qué personaje de Sacred Games se alinea mejor con tu personalidad. ¿Entonces qué estás esperando? ¡Desplázate hacia abajo y haz clic en el botón de inicio para comenzar!

Bienvenido al cuestionario: ¿Qué personaje de Sacred Games eres?

Sobre Sacred Games en pocas palabras:

Sacred Games es una popular serie de thriller criminal indio en Netflix, basada en la novela de Vikram Chandra. Ambientada en Mumbai, la serie sigue a un cansado oficial de policía, Sartaj Singh, mientras intenta detener un ataque terrorista en la ciudad. Mientras tanto, el notorio gánster Ganesh Gaitonde le cuenta su historia de vida a Singh, revelando una red de corrupción, política y crimen. Con impresionantes visuales, una historia emocionante y un elenco talentoso, Sacred Games se ha convertido en un éxito global.

Conoce a los personajes de Sacred Games

Inspector Sartaj Singh

Sartaj es ese policía cansado pero con un código moral que no se rinde, siempre mirando la ciudad como si fuera un tablero de ajedrez. Tiene una calma casi melancólica, escucha canciones viejas en la radio mientras piensa en casos, y de pronto se pone rencoroso y rompe algo (sí, ocurre). Es sensible, torpe con la vida personal, pero extrañamente persuasivo cuando habla con sospechosos, eso lo hace creíble y humano. Y bueno, a veces olvida las llaves de su casa, pero recuerda la fecha de cada crimen como si fuera un cumpleaños.

Ganesh Gaitonde

Gaitonde es puro fuego: carisma de predicador, violencia de tormenta y poesía pasada de copas. Cuenta su propia leyenda como si fuera un cuento sagrado y a la vez terrorífico, te seduce con palabras y te da ganas de gritar. Es cruel, teatral, genial y a ratos patético (sí, le gustan los dulces infantiles, lo juro), un tipo que sabe construir mitos alrededor de su nombre. Siempre quiere más —poder, miedo, adoración— y a la vez parece asustado por su propia soledad.

Parulkar

Parulkar es la burocracia en carne y hueso: viejo, calculador y con una sonrisa que siempre huele a interés. Tiene esa calma de quien juega con cartas marcadas, hace favores y los cobra después, pero también se enoja como un viejo que se pasó con la sal (sí, cocina mal y lo sabe). No es el villano melodramático, es más bien la burocracia que aplasta sueños, y a veces parece que hasta de verdad cree que hace lo correcto. Por cierto, colecciona bolígrafos —no sé por qué lo recuerdo, pero ahí está—.

Zoya Mirza

Zoya es un paquete de contradicciones, misteriosa y feroz pero con una dulzura fría, como un té que te quemó la lengua. Tiene convicciones fuertes y una mirada que dice más que mil discursos; además sabe moverse entre gente peligrosa sin perder la sonrisa (o fingiendo muy bien). A veces parece una activista, otras una superviviente que hace lo que sea necesario —y sí, canta en la ducha canciones que nadie esperaría—. Hay algo de enigma en ella que te hace querer entender y, al mismo tiempo, mantener distancia.

Majid

Majid es ese tipo tranquilo que guarda un cuchillo en la sonrisa: leal, práctico y con una paciencia que asusta. Parece discreto, casi invisible, pero cuando actúa lo hace con precisión militar y sin mucho drama, me encanta eso. Es religioso en algunas cosas y un poco blasfemo en otras (lo vi rezar una vez y después contar chistes obscenos, no me pregunten). Tiene una voz baja que suena como advertencia y una risa rara que aparece en los momentos más inesperados.

Kanta Bai

Kanta Bai es fuego y ternura en la misma olla; madame, sobreviviente y consejera con uñas pintadas y palabras cantaoras. Maneja su burdel con mano de hierro y corazón gigante, te da un consejo y después te saca una sonrisa cruel, es casi maternal y peligrosa al mismo tiempo. Le gustan las ofrendas en el templo por la mañana y los chismes por la tarde, y a la vez canta bhajans como quien ajusta cuentas. Siempre recuerda los nombres de quienes le deben y perdona raras veces, pero cuando lo hace es para siempre (o eso creo).