¿Qué personaje de ‘House of Guinness’ eres?
Bienvenido a tu cuestionario que decidirá qué miembro del clan Guinness eres. Imagínate entrando en el Dublín del siglo XIX: el humo de los fuegos de carbón, la ambición flotando en el aire—y te entregan uno de los copas de poder, escándalo, amor y legado. ¿Qué linaje de hermano corre por tus venas? Prepárate, porque estamos a punto de descubrirlo.
Sobre House of Guinness en pocas palabras:
El espectáculo sigue a la legendaria familia Guinness en la década de 1860 tras la muerte de Sir Benjamin Guinness. Su fallecimiento desencadena una feroz lucha por su fortuna y su cervecería, obligando a sus hijos—Arthur, Edward, Anne y Ben—a confrontar secretos, maniobras de poder y sus lealtades. Es un drama de época que se encuentra con una disputa familiar, con intrigas políticas, desamor y grandes ambiciones gestándose en cada habitación.
Conoce a los personajes de House of Guinness
Arthur Guinness
Arthur es ese tipo legendario que parece salido de un cuadro: serio, tozudo y con una visión enorme del mundo (y de la cerveza). Fundador, patriarca, el que planta la marca con la mandíbula apretada y luego se sorprende de todo el cariño que genera —porque no es que quiera atención, pero la fama lo sigue—. Le encanta la tradición hasta el extremo, aunque a veces, a medianoche y con un vaso en la mano, prueba recetas rarísimas que nadie entiende; sí, contradicciones everywhere. Dicen que escribía listas de tareas en servilletas y que rimaba cosas tristes cuando llovía, no sé si es verdad pero mola imaginárselo así.
Edward Guinness
Edward es el elegante-estricto de la familia: traje impecable, calculadora mental y una mano firme para los negocios, pero con un corazón que se raja por causas tontas y nobles a la vez. Tiene gusto por las cosas refinadas —relojes de bolsillo, carteles antiguos, quizá un loro exótico?— y, te juro, a veces se pone a coleccionar etiquetas de cerveza como si fueran postales. Es generoso pero puede ser frío en la negociación, un poquito contradictorio: filántropo que chidea por ahorrar una libra; no sé, es complicado y por eso lo quieres. También cuenta historias cortas divertidísimas a las reuniones familiares, aunque actúe como si no le gustara hablar mucho.
Sean Rafferty
Sean es el contador de historias del pub y el tipo que todos recuerdan por una anécdota ridícula; simpático, charlatán, con ese don natural para hacer amigos en cinco minutos. Maestro de las pequeñas diplomacias: arregla peleas (o las empieza), resume problemas con una frase y tiene una risa que llena la habitación —a veces llora de la risa, otras de nostalgia—. Es también un hombre práctico, que conoce las recetas de la casa al dedillo y guarda secretos en un cuaderno de tapas rotas (y sí, a veces olvida dónde lo pone). Ah, y tiene miedo a las ratas, aunque parezca bravucón; es un detalle que lo hace entrañable.
Anne Plunket
Anne es la matriarca que no admite medias tintas: organizada, afilada, con un sentido del humor muy seco que te golpea y te hace reír a la vez. Maneja la casa, las cuentas y las invitaciones como quien dirige una pequeña corte; todo en su lugar, todo con etiqueta —pero ojo, también es la que guarda chicles bajo la mesa y los ofrece en secreto. Le encanta el teatro y escribe pequeñas escenas sobre la familia (que nunca publica, claro), y tiene un corazón enorme aunque lo cubra con ironía. A veces se la ve tejiendo a las cuatro de la mañana y murmurando frases de política, y juro que alguna vez dejó escapar un bailecito en la cocina.
John Potter
John es el tipo meticuloso hasta el hueso: libros al día, controles de calidad obsesivos y un ojo para los detalles que asusta (pero en el buen sentido). Es la columna vertebral operativa: sin él, las máquinas quizá habrían hecho lo que quisieran; con él, todo vuelve a su sitio, aunque él mismo pierda el paraguas cada semana. Tiene una nerviosidad dulce —se ajusta las gafas, tartamudea un poco cuando habla en público— y un coraje práctico que aparece en momentos rarísimos, como cuando protege un lote de barriles en medio de una tormenta. Además colecciona bolsitas de té usadas, no me preguntes por qué, y canta desafinado para calmar los tanques de fermentación.

Mia tiene un espíritu aventurero y un amor por explorar diferentes mundos ficticios. Con talento para crear cuestionarios atractivos y fáciles de relacionar, Mia se esfuerza por hacer de cada cuestionario un viaje divertido hacia otro universo. Siempre está buscando formas de incluir un poco de autorreflexión, lo que hace que sus cuestionarios sean populares entre los fans que disfrutan de un poco de introspección junto con la diversión. Los cuestionarios de Mia son su forma de compartir su pasión por la narración de historias y conectar a las personas a través de intereses comunes.