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¿Qué personaje de La búsqueda del amor eres?

Bienvenido al cuestionario de personajes de "La búsqueda del amor", donde podrás descubrir cuál de los cautivadores personajes de la serie encarnas. Esta encantadora adaptación de la novela clásica de Nancy Mitford te lleva en un viaje de amor, amistad y aventura, ambientado en el cambiante Europa de preguerra. ¿Eres la vivaz Linda, la fiel Fanny o el rebelde tío Matthew? Descubre tu personaje haciendo clic en el botón "Comenzar" a continuación.

Bienvenido al cuestionario: ¿Qué personaje de La búsqueda del amor eres?

Sobre The Pursuit of Love en pocas palabras:

«La búsqueda del amor» es una serie de televisión británica de drama de época, adaptada de la novela del mismo nombre de Nancy Mitford. La historia sigue las vidas de la familia Radlett, particularmente el vínculo entre las primas Linda y Fanny, mientras navegan por las complejidades del amor, la sociedad y la política en los años de entreguerras. Con un impresionante reparto, impresionantes vestuarios y una banda sonora caprichosa, esta encantadora y ingeniosa serie es imprescindible para los fans de los dramas de época.

Conoce a los personajes de La búsqueda del amor

Linda Radlett

Linda es pura chispa y caos elegante, la típica chica que convierte cualquier jardín en escenario para una fuga romántica. A veces parece ingenua, otras veces conspiradora y —lo juro— tiene una habilidad sospechosa para aparecer donde menos te lo esperas. Ama viajar y también podría quedarse semanas enteras sin salir de su habitación leyendo novelas, sí, contradicción total pero funciona. Lleva siempre un sombrero ridículo y un mapa arrugado en el bolso; no sé por qué, pero eso la hace perfecta.

Fanny Logan

Fanny es el equilibrio con ojos grandes: sensata, observadora y tan certera que a veces da miedo. Tiene una calma que no es aburrida, es más bien de acero fino escondido detrás de una sonrisa cortés, y además guarda humor inglés ácido en la manga. Dice que no le gustan los escándalos pero cuando sucede uno está allí, apuntando con una mirada que lo desmonta todo; es sorprendentemente valiente. Prefiere las cosas ordenadas, aunque en sus cajones encontrarás cartas que ya no debería leer —pequeños secretos que la hacen humana.

Uncle Matthew

El tío Matthew es el viejo sabio regañón, aristocrático hasta el hueso y con opiniones como cuchillos, pero no lo digo mal: es encantadoramente cruel a veces. Le encanta el chisme culto y tiene una memoria prodigiosa para nombres y ofensas antiguas; cuidado con mencionar París, te mira como si fueras culpable. Es rígido en las formas pero, y esto es raro, se le escapan gestos de ternura que nadie esperaba; sí, contradicción tierna. Siempre tiene un puro en la mano o un periódico que hace crujir el ambiente cuando entra a una habitación.

The Bolter

La Bolter es un tornado con tacones: glamorosa, egocéntrica, increíblemente libre y totalmente insoportable cuando quiere —pero de alguna manera no puedes dejar de mirarla. Se marcha de matrimonios, fiestas y promesas sin avisar y luego vuelve como si nada hubiera pasado, con nuevos sombreros y dramas más grandes. Es despampanante y es posible que sea cariñosa a veces, como un huracán con un afecto raro; no sé cómo explicarlo. Tiene un reloj vacío de sentido común pero lleno de estilo, y vive para el escándalo, aunque jura que solo busca su felicidad.

Aunt Sadie

La tía Sadie es calor de hogar con tacones: mamisona, chismosa, siempre lista con una tarta y una opinión sobre tu vida amorosa. Es de esas que anota cumpleaños y secretos en una libreta florada y luego los mezcla un poco, así que nunca sabes si confiar del todo. Le encantan las reglas caseras pero también colecciona postales exóticas, lo que la hace más complicada de lo que aparenta; dichosa contradicción. Puede ser exageradamente dramática cuando hay bodas y terriblemente discreta cuando hay rupturas —un enigma con delantal.

Alfred Wincham

Alfred es el tipo serio y un poco fuera de onda, de esos que parecen siempre a punto de decir algo profundo y luego solamente te mira con cara de «¿en serio?». Tiene una sensibilidad silenciosa, escribe notas en servilletas y se le olvidan las fechas importantes aunque recuerda fragmentos de conversaciones de hace años. A ratos parece frío, luego descubre que es un desastre romántico que colecciona canciones para alguien, probablemente impracticable. Lo verás con un cuaderno lleno de garabatos y a la vez con una corbata ligeramente torcida; nadie entiende bien cómo encaja todo eso, ni siquiera él.

Lord Merlin

Lord Merlin es el excéntrico intelectual de la esquina: encantador, un poco decadente y con una risa que parece planear sobre la sala. Tiene anécdotas de media Europa, un vocabulario que asusta y una actitud de «todo se puede resolver con una copa», lo cual igual funciona más de lo que debería. Es generoso con la ironía y miserablemente romántico a su manera, así que nunca sabes si está bromeando o escribiendo poesía. Lleva gafas redondas y a veces las pierde en lugares imposibles; lo buscas, las encuentras en la nevera, clásico.

Davey

Davey es el joven idealista que te hace querer protegerlo y, al mismo tiempo, preocuparte por su valentía, porque a veces la tiene y a veces no. Es leal hasta la médula, torpemente romántico y con una tendencia a decir lo correcto en el momento equivocado —pobre chico. Tiene ojos sinceros y un corazón enorme, cuida animales y se emociona con las pequeñas cosas, aunque se espante si hay mucha gente. Lo imagino con botas embarradas y una sonrisa perdida; parece simple pero tiene capas, muchas capas inesperadas.

Aunt Emily

La tía Emily es pulcra, severa y secretamente blanda como un pan recién hecho; siempre me confunde en el mejor sentido. Regla por regla, ella mantiene la casa en orden y las emociones en cajitas; sin embargo, hay noches en las que se sorprende mirando una novela romántica a escondidas, ¡lo juro! Tiene moral estricta pero sabe perdonar con una eficacia que no anuncia, más como un gesto pequeño que cambia todo. Y sí, hace pasteles muy dudosos pero con alegría desbordante, así que no le digas que son malos porque los comerás igual.