Sobre Pluribus en pocas palabras:

Así que aquí tienes la primicia sobre la serie: se llama Pluribus (2025) y es el último rompecabezas de Vince Gilligan (sí, ese de Breaking Bad). La historia tiene lugar en Albuquerque y sigue a Carol Sturka, una novelista de romances que resulta ser una de las pocas personas no infectadas por un misterioso contagio de «felicidad». De repente, se ve forzada a entrar en un mundo donde todos están extrañamente contentos, y ella está atrapada tratando de salvar a la humanidad de… demasiado gozo.

Conoce a los personajes de Pluribus

Carol Sturka

¡Carol es puro nervio en la serie, una mezcla de planificadora obsesiva y alma rota que te da ganas de abrazarla y de pedirle que baje el ritmo! Tiene esa cabeza fría que organiza todo, pero cada tanto aparece un gesto ridículamente tierno (sí, colecciona postales de cafés, no sé por qué) que te descuadra. Lidera con mano firme —a veces con demasiada mano— y también se come las dudas a escondidas; es fuerte pero secretamente sentimental, no siempre coherente, y eso la hace humana. Suele llevar listas, pero pierde las llaves cada cinco minutos; es adorable y exasperante a la vez.

Zosia

Zosia es chisporroteo puro, la electricidad del grupo: impetuosa, curiosa y con una risa que se te pega sin pedir permiso. Le encanta romper reglas pequeñas (no las grandes, esas le dan pánico porque después hay que limpiar) y es toda contradicciones bonitas: súper responsable en lo que le importa y totalmente caótica en el resto. Tiene una manera rara de hablar como si siempre estuviera pensando en dos cosas a la vez, y colecciona llaves antiguas por si alguna puerta del mundo necesita abrirse —o porque simplemente le gustan, no lo sé. Es la que tira la idea loca y luego la defiende con uñas y dientes; muy dramática a ratos, pero en el fondo blanda como algodón.

Manousos

Manousos parece el clásico viejo sabio de pueblo pero con un toque de sarcasmo que corta como cuchillo; no, espera, no es tan viejo pero se le siente así porque tiene historias para cada ocasión. Es paciente, observador, y sospechosamente fanático de las plantas (cura su jardín como si fueran hijos imaginarios), aunque a veces se asusta con arañas pequeñas —sí, muy valiente y a la vez achicado—. Habla poco pero cuando habla te suelta perlas; parece tener una brújula moral infalible, aunque se le ve dudando en momentos raros y humanos —me encanta ese detalle. Tiene una chaqueta que siempre huele a humo de leña y a hogar, y no sé por qué eso me importa tanto.