Saltar al contenido

¿Cuál villano de Grimm es tu alter ego?

¿Eres fan de los cuentos de hadas de Grimm y alguna vez te has preguntado qué villano de sus historias se adapta a tu personalidad? ¡No busques más! Toma nuestro cuestionario "¿Cuál es tu alter ego de villano de Grimm?" y descubre qué antagonista de estos cuentos clásicos te relacionas más. ¿Eres un Rumpelstiltskin astuto y manipulador o una Reina de las Nieves vengativa y despiadada? ¡No esperes más, desplázate hacia abajo y haz clic en el botón de inicio para descubrirlo!

Bienvenido al cuestionario: ¿Cuál villano de Grimm es tu alter ego?

Sobre Grimm en pocas palabras:

La serie Grimm es un drama fantástico de procedimiento policial que sigue la vida de Nick Burkhardt, un detective que descubre que es un Grimm, un cazador de criaturas sobrenaturales. Debe equilibrar sus deberes como oficial de policía con sus nuevas responsabilidades como protector del mundo humano de criaturas peligrosas que solo él puede ver. La serie presenta una combinación de acción, misterio y narración inspirada en la folklore.

Conoce a los villanos de Grimm

Sean Renard

Sean es ese tipo serio que siempre parece saber más de lo que admite, como si llevara un archivo secreto bajo la gabardina y una copa de whisky en la otra mano. Gobernante por sangre y conflictuado por elección, tiene principios rígidos pero, sorpresa, a veces se deja llevar por impulsos que nadie espera (sí, incluso le gusta bailar de madrugada, o al menos eso dicen). Frío, calculador y sorprendentemente protector con quienes le importan; ah, y colecciona corbatas raras, lo que es adorable y extraño al mismo tiempo. A veces habla con pocas palabras y otras veces se queda en silencio tanto que te preguntas si está tramando algo o sólo se comió una galleta demasiado salada.

Adalind Schade

Adalind es puro drama y supervivencia, una Hexenbiest que cambia de piel —literal y figuradamente— cada vez que la vida le da una bofetada (o una oportunidad). Manipuladora sí, pero también maternal a ratos, loca mezcla de rencor y ternura; puede clavarte un hechizo y al minuto estar cocinando para su bebé, no sé, es un caos precioso. Ambiciosa hasta los huesos pero con fragilidades que hacen que la odies y la quieras a la vez; tiene una risa que a veces suena como un trueno y otras como una carcajada de vecina. Ah, y le fascinan los cupcakes con glaseado oscuro —o eso recuerdo—, podría estar inventándolo.

Juliette Silverton

Juliette empieza como la chica dulce del pueblo y luego se convierte en otra cosa completamente distinta, como si llevara dos programas en su cabeza que no aprenden a hablar entre sí. Tierna, confundida, peligrosa; su arco es de los que te hacen sentir mal por respiras, porque un momento es veterinaria empática y al siguiente es una tormenta de magia y dolor. Tiene un corazón enorme pero a veces le falla la brújula moral, y sí, eso la hace más humana y también más aterradora. Datos curiosos: le gusta la jardinería y, extrañamente, pierde las llaves todo el tiempo, lo que no ayuda cuando la cosa se pone fea.

Baron Samedi

El Barón es teatral, con sombrero y sombrío carisma —una mezcla de juez, showman y enterrador con amor por los cigarros y los relojes de bolsillo. Es un maestro en manipular la línea entre la vida y la muerte; habla en acertijos, aparece donde menos lo esperas y tiene un sentido del humor muy negro (literalmente). Peligroso pero con un código propio, y a veces da la impresión de disfrutar demasiado de su trabajo, lo cual es escalofriante y fascinante a la vez. Por cierto, colecciona bastones elegantes y podría saber tu hora de la muerte… o no, depende de cómo lo pongas.

La Llorona

La Llorona es pura pena hecha espectro, una madre que llora y hiere, tristeza envuelta en leyenda acuática —te sigue por la orilla y canta algo que no quieres escuchar a las tres de la mañana. Es vengativa y melancólica al mismo tiempo, y lo peor es que a ratos su dolor se siente casi comprensible; no es solo terror, es tragedia. Aparece y desaparece entre lloviznas y ropa empapada, y juro que a veces huele a cuna oxidada; no sé si eso es real o me lo invento para asustarme. A pesar de todo, hay algo hipnótico en su lamento, como si te pidiera perdón y venganza a la vez.

Eric Renard

Eric es fuego puro —impulsivo, orgulloso y con la necesidad constante de demostrar que está por encima de todos, lo cual le mete en líos bastante seguido. Leal a su familia pero con una ambición que lo hace chocar con cualquiera; es el hermano que arruina la cena familiar y luego trae postre, ya sabes. En público puede ser encantador y en privado un poco más… volátil; dice cosas con esa sonrisa que te hace sospechar. Ah, y tiene una manía molesta por ajustar siempre el reloj, como si el tiempo fuera su rival personal.

Gregorek

Gregorek es como sacado de un capítulo antiguo: rudo, de honor rígido y con un aire de “no me toques el mapa”, un guerrero de la vieja escuela que no entiende muy bien los mapas modernos. Salvaje y directo, prefiere los puños a las palabras pero no es tonto, tiene códigos y costumbres que a veces rozan lo ridículo —lo digo con cariño—. Protege lo suyo con una devoción casi triste, y aunque parece un enorme bloque de piedra, de vez en cuando cuenta chistes malos que nadie esperaba. También tiene una obsesión inexplicable con el ajedrez, como si planear movimientos lo calmara; imagínatelo refunfuñando sobre peones.

Krampus

Krampus es la versión en pesadilla de la temporada festiva: cuernos, cadenas, una sonrisa que no presagia nada bueno y una paciencia cero para los que se portan mal. Castiga con gusto perverso y tiene un sentido del humor macabro, pero de algún modo también se rige por reglas —no es un caos total, lo que lo hace aún peor, porque cumple su “trabajo”. Le encanta aparecer en momentos incómodos y, sí, trae bolsas (no preguntes qué hay dentro), y a veces tararea villancicos, lo cual es totalmente escalofriante. Pequeño detalle: supuestamente detesta las galletas de jengibre pero siempre deja migas, no sé por qué, contradicciones navideñas.