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¿Cuál villano de ‘Outlander’ es tu alter ego?

¿Te encuentras apoyando al villano en Outlander? Tal vez ves un poco de ti mismo en sus formas astutas y despiadadas. O tal vez simplemente los amas odiar. De cualquier manera, ¡es hora de descubrir cuál es tu alter-ego de villano en Outlander! Toma nuestro cuestionario para descubrir cuál de estos personajes infames te pareces más. Desde el astuto Black Jack Randall hasta la maquinadora Geillis Duncan, los resultados pueden sorprenderte. Entonces, ¿qué estás esperando? Desplázate hacia abajo y haz clic en el botón de inicio para comenzar el cuestionario y descubrir cuál es el villano de Outlander que realmente eres.

Bienvenido al cuestionario: ¿Cuál villano de Outlander es tu alter ego?

Sobre Outlander en pocas palabras:

Outlander es una serie de televisión de drama histórico basada en la serie de novelas del mismo nombre escritas por Diana Gabaldon. El programa sigue a Claire Randall, una enfermera de la Segunda Guerra Mundial que se encuentra transportada en el tiempo a la Escocia del siglo XVIII, donde se enamora de un joven Highlander llamado Jamie Fraser. Ambientada en las tierras altas de Escocia, Outlander explora temas de amor, guerra, lealtad y viajes en el tiempo mientras Claire y Jamie navegan su relación y el peligroso panorama político de la época.

Conoce a los villanos de Outlander

Horrocks

¡Horrocks es ese tipo de villano pequeño pero pegajoso que no puedes quitarte de la cabeza! Más rudo que listo, siempre parece disfrutar de la sensación de mandar y aplastar, aunque luego se le escape una risa nerviosa que lo hace casi humano (en plan “no lo quieras ver enfadado pero tampoco le pidas que te lea poesía”). Es de esos soldados que guardan secretos de bar y botones rotos en el bolsillo; un poco grotesco, un poco ridículo, y muy, muy persistente. A veces tiene gestos que parecen de buen vecino —luego te da ganas de cerrar la ventana— así que sí, contradictorio y espeluznante a la vez.

Richard Brown

Richard Brown es el típico señor con sonrisa impecable y manos siempre listas para firmar papeles en tu contra. Tiene educación, traje caro y ese aire de que todo lo hace “por el bien” mientras sus actos apestan a conveniencia y a excusa barata; no es monstruo espectacular, es el tipo que te traiciona en una cena elegante. Dicen que colecciona vinos y chismes, lo que me encanta/odia porque es tan socialmente correcto que duele. Ah, y jura que no le gusta el drama —y luego es el primero en encenderlo—, cosa que me mata.

Geneva Dunsany

Geneva es la aristócrata perfecta de postal que guarda cuchillos de lenguaje bajo encaje, o algo así; súper elegante, ojos afilados, sonrisa de estuario peligroso. Le importan muchísimo las apariencias, los invitados, los entierros bien hechos y las cartas con lacre; a la vez tiene una vena sutil de crueldad social que te hace retroceder. Me encanta pensar que pone lavanda en todos los armarios pero luego murmura rumores a la hora del té —gente, esa dualidad me vuelve loca—. Es refinada y venenosa, como una golosina con sorpresita.

Le Comte St. Germain

El Conde St. Germain es el charlatán seductor con aire de misterio eterno —¿inmortal? ehhh, quién sabe—, siempre impecable, con historias de viajes y secretos que te hacen cosquillas en la nuca. Tiene un encanto muy teatral y a la vez una frialdad calculada, como si supiera algo que tú no debes saber; en serio, veréis su sonrisa y ya. Le gustan los relojes caros (o eso creo), alguna vez me lo imagino tocando el piano a medianoche y recitando un poema raro. Es elegante, peligroso y, sí, un poquito excéntrico: quizá le asusta una flor, o no, depende del día.

Duke Of Sandringham

El duque de Sandringham es la encarnación del poder aristocrático con sonrisa de piedra y caridad que huele a teatro. Todo organizado, todo perfecto: cenas, cotos, miradas desde la barrera; por fuera filántropo, por dentro maniobra sin pudor. Tiene una manera de hablar que te hace sentir pequeño y una colección de anécdotas de caza que nadie pidió, me lo imagino dando órdenes desde un sillón con una copa siempre a la mano. Y sí, también alimenta patos en el parque porque necesita distracciones bonitas mientras trampea a la gente —esa contradicción me encanta.

Laoghaire MacKenzie

Laoghaire es drama, celos y glitter emocional en estado puro; la odié y la compadecí a partes iguales, no hay término medio. Está obsesionada (sí, obsesionada) con Jamie en plan telenovela, pero también tiene gestos de mujer herida y momentos de ingenuidad que te hacen dudar de tu propia rabia. Le encanta presumir de cortes y peinados (¡esa peluca imaginaria!), y luego se la pasa rezando y maldiciendo en la misma escena —un caos hermoso. A veces parece villana de opereta y otras una víctima trágica; inestable, intensa y totalmente inolvidable.

Geillis Duncan

Geillis es deliciously witchy, carismática y peligrosa, una de esas villanas que te atraen porque todo en ella huele a secreto y a hierbas. Es lista, manipuladora y capaz de fingir ser dulce para clavarte el cuchillo en la espalda (metafóricamente… o no), pero tiene también una parte de curandera que confunde tanto como fascina. Se dice que danza en bosques a medianoche y hace té con raíces raras; yo la imagino con manos que siempre huelen a romero y a pólvora. A veces amable, a veces escalofriante, y siempre impredecible —mi favorita por lo complicado del puzle que es ella.

Lionel Brown

Lionel es como el primo tímido del villano típico: no tiene la pujanza malvada de otros, pero sí esa cobardía hipócrita que traiciona en susurritos. Es servil con los poderosos y sarcástico con los débiles, un borde pequeño con ambiciones recortadas; me lo imagino leyendo versos en voz baja antes de hacer una traición ridícula. Tiene un aire enfermizo, como de alguien que siempre está a punto de toser, y una sonrisa que no llega a los ojos; me da mala espina y, a la vez, pena. Es el villano sin épica, pero eficaz en su mediocridad, y eso lo vuelve peligroso a su manera.

Stephen Bonnet

Bonnet es el villano que brilla por lo despreciable: carismático, salvaje, encantador y aterrador en la misma frase. Tiene un magnetismo terrible, te atrae y te asusta, y no hay mucha redención en él; es el tipo que aparece con una canción pegajosa y te rompe la vida con una copa en la mano. Es cruel y despiadado, pero también tiene manías raras —le gusta afinar una guitarra o dejar notas perfumadas, lo cual es perturbadoramente estético—. Sinceramente, es uno de los malos más memorables porque no pretende redimirse: simplemente actúa y te deja las cicatrices.

Captain Jack Randall

Jack Randall es la maldad con uniforme: elegante, refinado en sus formas y absolutamente monstruoso si miras más allá del protocolo. Tiene modales de salón y una estampa impecable, y eso hace que su crueldad sea aún más insoportable; disfruta el control, la humillación, la sensación de poder. También tiene cosas raras, como un gusto por la colección de objetos pequeños (snuff-boxes, botones… no sé), y a la vez momentos de aparente sensibilidad que te hielan porque sabes que son fingidos. Es el villano clásico que no perdona, obsesivo y peligroso, y por eso no se olvida.