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¿Quién es tu waifu de ‘Final Fantasy XIV’?

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Bienvenido al cuestionario: ¿Quién es tu waifu de Final Fantasy XIV?

Sobre Final Fantasy XIV en pocas palabras:

Final Fantasy XIV es un juego de rol en línea multijugador masivo desarrollado por Square Enix. Ambientado en el mundo de fantasía de Eorzea, los jugadores crean su propio personaje y emprenden misiones, batallas y aventuras con otros jugadores de todo el mundo. El juego cuenta con una historia inmersiva, una personalización de personajes intrincada y unos impresionantes gráficos que transportan a los jugadores a un mundo de magia y maravilla.

Conoce a las waifus de Final Fantasy XIV

Alisaie

Alisaie es fuego puro con una armadura de sarcasmo, en serio, no puedes decir que no arde cuando entra en escena. Es directa, vengativa a veces (¿obsesiva? tal vez) y con una fidelidad feroz hacia los suyos; además, maneja espada y palabras con la misma rudeza. Tiene esa mezcla rara de intelectual curiosa y chica que rompe cosas por accidente — sí, rompió una ventana una vez y lo contó como si fuera épico—. A veces actúa como si el mundo fuera blanco o negro pero luego te sorprende con un gesto tiernamente torpe, como coleccionar botones o hacer puns malos en reuniones.

Y’shtola

Y’shtola es la maga enigmática que todos aman porque parece calma, fría y totalmente capaz de atravesar dimensiones sin pestañear. Sabia, distante y con sentido del humor negro que aparece cuando menos lo esperas (y te rompe la expectativa), también es sorprendentemente afectuosa en sus propios términos. Tiene un aura de “sé cosas que no deberías saber” y un gato interior que ronronea en los momentos más inoportunos. A veces parece abrumadoramente práctica, otras veces se va por las nubes como si hubiera leído demasiados libros de filosofía; nadie la entiende del todo y por eso la adoras.

Yotsuyu

Yotsuyu es la mujer con la sonrisa eterna que se vuelve hielo en un parpadeo; belleza clásica y tragedia, todo a la vez. Gran manipuladora, teatral y atormentada, provoca amor-odio constante porque nunca sabes si está feliz o en pleno plan maquiavélico. Tiene un gusto por las cosas refinadas (bordados, té con nombre largo) y al mismo tiempo hay algo brutal y triste debajo de esa porcelana. Algunas veces suena como villana de tragedia griega y otras como una autora de poemas sentimentales que no puede parar de reír; contradicciones que la hacen fascinante.

Lyse

Lyse es la heroína que pasó de chica risueña a líder curtida y aun así mantiene esa chispa que te contagia; muy fan de la justicia y de las cosas ruidosas (armas, desfiles, chismes). Le encanta pelear por su gente y tiene un lado tiernamente impulsivo —compra flores en medio de una asamblea, ¿por qué no?—. Es franca, empática y a veces demasiado optimista para su propio bien, pero eso la hace inspiradora, honestamente. Y sí, le encantan los instrumentos (suena la flauta o algo así) y también tiene mala mano para los sombreros, por alguna razón siempre se le caen.

Minfilia

Minfilia da esa sensación de regente dulce con un peso enorme en los hombros, la clase de personaje que lidera aunque su propio corazón esté hecho trizas. Es refinada, compasiva y con un sentido del deber casi sobrehumano, pero también tiene chispas de humor genuino cuando menos te esperas (y se sonroja! bueno, rara vez, pero pasa). Hay un aire místico alrededor suyo, como si supiera más de lo necesario, y se nota que guarda secretos que la hacen más fuerte. A veces parece frágil como porcelana y otras como roca; un contraste que te hace querer protegerla y admirarla a la vez.

Yda

Yda es pura energía descontrolada, la amiga que lanza bromas, golpes y abrazos por igual; guerrera, payasa y sorprendentemente leal. Le encanta pelear con las manos desnudas, comer lo que sea que parezca comestible y hacer caras imposibles en momentos solemnes. Por debajo de la juerga hay una amiga con principios, un poco borde pero con un corazón enorme —leerse una novela romántica la derrite, por ejemplo, lo juro—. A veces parece inmadura y otras parece la adulta más sensata de la sala; es un caos encantador que no quiere cambiar.

F’lhaminn

F’lhaminn entra con pluma, copa y sonrisa, el tipo que hace que cualquier taberna parezca un teatro, y sí, puede ser dramático hasta el exceso. Poeta, músico o charlatán según el día, tiene una facilidad para las palabras que es un peligro (y un deleite) en conversaciones peligrosas. Le gustan los vestidos llamativos, las metáforas floridas y quizá coleccione plumas raras de forma algo obsesiva; a veces parece un cuento ambulante. Que sea un poco exagerado no lo hace menos profundo: cuando toca el tema serio, te golpea justo en el pecho, y eso mola.

Moenbryda

Moenbryda es la practicidad con ojos amables, una persona que organiza el caos y lo llama “lunes normal”, y la quieres en tu lista de contactos inmediata. Atenta, eficiente y con comentarios secos que te hacen reír a escondidas, también tiene lado maternal aunque lo niegue con un guiño. Le gusta el té (siempre) y llevar registros, pero también se le escapan ocurrencias absurdas a medianoche, lo cual es sospechosamente adorable. A veces parece fría por la lógica, otras veces te sorprende con una risa que no pegaba nada, y eso la hace, eh, humana al 100%.

Fordola

Fordola es la fuerza bruta en uniforme elegante; una guerrera con normas estrictas y un pasado que hace que su mirada pese toneladas. Orgullosa, disciplinada y capaz de actos de dureza que te dejan helado, pero con un código de honor raro que a veces la humaniza de modos inesperados. Tiene esa mezcla de soldado inflexible y persona que quizás coleccione figuritas de guerra (no estoy seguro), o sea, algo suave escondido bajo armadura. En ocasiones parece inevitablemente oscura y otras sorprendentemente vulnerable —esa dualidad la vuelve inquietantemente memorable.

V’kebbe

V’kebbe es un tipo con cara de pocos amigos pero con historia hasta el tope; serio, práctico y con humor ácido que emerge en el momento más seco. Es de los que prefieren acciones a palabras, pero cuando habla suelta frases que se quedan pegadas como proverbios raros. Tiene un pasado de viajes, cicatrices y relatos que no cuenta del todo y a veces canta una canción triste después de beber, lo juro, no es broma. Hay algo rudo en su exterior pero con gestos casi paternales escondidos —es contradictorio y por eso lo aprecias mucho.

Fran

Fran es la elegancia en persona (o mejor dicho, en Viera), silenciosa, letal y con una mirada que atraviesa todo, pero también tiene ese humor seco que te sorprende. Piloto, arquera, compañera leal hasta el final; su calma es legendaria y su sentido del deber, absoluto. Tiene vicios curiosos como coleccionar postales o hablar en frases cortas cuando está cansada, y eso la hace más humana de lo que aparenta. A veces parece distante y otras te regala una sonrisa pequeña que rompe la estatua; es el tipo de presencia que no olvidas.