Sobre What We Do in the Shadows en pocas palabras:

Lo que hacemos en las sombras es una serie de televisión de comedia y terror tipo falso documental que sigue las vidas de cuatro compañeros de habitación vampiros mientras navegan por el mundo moderno en Staten Island, Nueva York. El programa se basa en la película del mismo nombre de 2014 de Taika Waititi y Jemaine Clement, y cuenta con un talentoso elenco de actores que dan vida a personajes peculiares y absurdos. El programa combina elementos de horror y humor para crear una experiencia de visualización única y entretenida.

Conoce a los personajes de Lo que hacemos en las sombras

Nandor

Nandor es ese líder grandilocuente que siempre tiene un plan —o dos— y luego se olvida del segundo mientras cuenta historias de su «gloriosa» vida pasada (que pueden o no incluir una guerra con elefantes, juro que sí lo dijo). Es orgulloso, torpe en lo social y a la vez increíblemente decidido: si algo se le mete en la cabeza, no para hasta lograrlo, aunque a veces sea aprender a usar un microondas. Tiene un sentido del honor anticuado pero también una inclinación por las cosas modernas que le confunden profundamente; le gusta la música electrónica y luego se pone a bailar como un noble medieval, algo adorable y vergonzoso a la vez. Ah, y ama los gatos —o decía que los odiaba el otro día— así que no me fies, es contradictorio y por eso lo quiero.

Laszlo Cravensworth

Laszlo es puro exceso: elegante, sexy en una forma extraña y con una obsesión por los cigarros y los nombres largos (se pone «sir» o algo así cuando le da la gana). Es un mujeriego, un artista frustrado y a veces un genio de lo absurdo, escribe cosas raras a escondidas y tiene más secretos que bolsillos en un traje viejo. Le encanta humillar a la gente con gracia pero cuando de verdad importa se preocupa de manera sincera y rara, sobre todo por su esposa Nadja, aunque eso suene como cliché victoriano. También toca instrumentos, hace pócimas, y creo que una vez adoptó a un humano por error; no estoy 100% seguro, pero sí sé que es encantadoramente terrible.

Nadja

Nadja es fuego puro: dominante, seductora, con historias interminables de amores imposibles y venganza elegante, siempre con un plan maquiavélico que incluye vestidos preciosos y gritos dramáticos. Tiene un humor negro increíble y una mezcla de nostalgia por su pasado con una rabia deliciosa por el presente, es maternal cuando quiere (y cuando le conviene) y completamente implacable en combate, literalmente. Habla con acento exótico, colecciona recuerdos humanos rarísimos (un peine, un boleto de autobús… quién sabe), y de vez en cuando se pone tierna por un instante y luego vuelve a morderte —figurativamente— o a veces no. En fin, es la que te roba la escena y el corazón, aunque no lo quiera admitir.

Guillermo de la Cruz

Guillermo es el corazón cansado pero noble del grupo, oficial familiar que aspira a ser cazador y accidentalmente es la cosa más humana del lugar (literalmente, se debate entre ser humano y… bueno, vampiro, spoiler pero no tanto). Es leal hasta doler, meticuloso, y sorprendentemente competente con armas y planes que nadie más haría funcionar; además cocina cosas raras y mantiene la casa más ordenada que cualquiera pensaría posible. Tiene un humor seco y una paciencia que se agota, y cuando explota, uff, mejor estar lejos; también es dulce y torpe con sus propios sentimientos, que es adorable y desesperante a la vez. Ah, y tiene problemas con su familia por razones largas y tristes, pero eso también lo hace heroico en manera muy cotidiana.

Colin Robinson

Colin Robinson es increíblemente aburrido y por eso aterrador: un vampiro de energía que se alimenta de conversaciones monótonas, burocracia y memos, y créeme, eso suena gracioso hasta que te engancha con datos de aeropuertos. Es minimalista emocionalmente, con una vida de oficina que parece una performance y un talento especial para agotar habitaciones enteras con su presencia; a la vez, tiene momentos de crueldad fría y gestos raramente útiles de bondad que sorprenden. Le encantan las listas, las reuniones interminables y los hechos triviales, pero ojo, también puede convertirse en algo peligrosamente poderoso cuando se enciende (literalmente cambia el tono). Y sí, hace chistes malísimos a propósito —o no—, come galletas sin parar y lleva un récord de reuniones exitosas que nadie pidió.