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¿Qué personaje ‘malvado’ eres tú?

¿Eres fan de la popular serie de Netflix, Evil? ¿Alguna vez te has preguntado qué personaje de la serie serías si fueras parte del elenco? ¡Bueno, ahora es tu oportunidad de descubrirlo! Toma nuestro cuestionario "¿Qué personaje de Evil eres?" y descubre si eres más un David, Kristen, Ben, Leland o incluso George. Este cuestionario rápido y divertido te hará una serie de preguntas para determinar qué personalidad de personaje se parece a la tuya. ¿Entonces qué estás esperando? ¡Desplázate hacia abajo y haz clic en el botón de inicio para comenzar!

Bienvenido al cuestionario: ¿Qué personaje malvado eres tú?

Sobre Evil en pocas palabras:

Evil es una serie de drama psicológico y sobrenatural que se estrenó en CBS y luego fue recogida por Netflix. El programa sigue a la psicóloga forense Kristen Bouchard, al sacerdote en formación David Acosta y al contratista Ben Shakir mientras investigan y confrontan sucesos sobrenaturales y posibles casos de posesión en nombre de la Iglesia Católica. La serie explora temas de fe, duda y la naturaleza del mal, así como las luchas personales y relaciones de los personajes principales.

Conoce a los villanos

Kristen Bouchard

Kristen es la típica presencia fría que se mete en la sala y ya sabes que algo va a pasar; elegante y calculadora, siempre con una copa en la mano y una sonrisa que no llega a los ojos. Tiene un talento infame para leer a la gente en dos segundos y usar esa información como si fuera un cuchillo (sí, literalmente parece disfrutarlo). No es tonta: planea con paciencia y luego cambia de idea sólo por diversión —o por castigo—, así que no confíes en la lógica por demasiado tiempo. Pequeño detalle raro: colecciona postales antiguas y dice que le recuerdan cuándo fue buena persona por última vez; también dice que odia los gatos pero siempre aparece con uno en el regazo, ¿cómo es eso?

David Acosta

David parece el tipo encantador que te ofrece la mano y te salva el día, pero debajo hay un estratega que dibuja mapas de contingencia para sus propias mentiras. Carismático y sofisticado, es el que organiza la trama desde las sombras mientras finges que todo es casualidad. Tiene principios (o al menos un código propio), aunque los rompe con una sonrisa y luego escribe notas justificadoras en un cuaderno rojo. A veces actúa como héroe y otras como villano según el humor del café que tomó esa mañana, y jura que nunca ha perdido un juego —aunque una vez perdió y lo negó durante tres meses, cosa que adoro.

Ben Shakir

Ben es el cerebro técnico, ese que programa puertas, apaga cámaras y luego te regala una galleta como si nada; nerd pero peligroso, el encanto geek con una vena muy oscura. Tiene gestos nerviosos, habla rápido y a veces se le olvidan las palabras (o las inventa), y jura que no le importa el poder aunque lo acumula sin pudor. Le encanta cocinar (sí, sorprendentemente) pero odia la pimienta; también colecciona cables viejos, lo cual es adorable y algo inquietante. Cuando sonríe realmente, es raro, y cuando no sonríe, bueno… prepárate.

Leland Townsend

Leland tiene esa elegancia antigua, casi de novela gótica, con modales perfectos y una paciencia que asusta; dale tiempo y desarmará tu vida con cortesía. Es cerebral, amante del control y muy, muy teatral —no exagero, tiene una camisa de seda para cada estado de ánimo. Le encanta tocar un instrumento extraño (creo que un acordeón, a veces un violín, depende del día) y puede recitar poemas antes de clavar el golpe final; sí, dramático pero funciona. Lo más loco: parece despreocuparse por el dinero pero guarda billetes en libros, en cajas, en la chaqueta del perro (si tuviera uno), cosas así.

Lynn Bouchard

Lynn es la matriarca que te abraza y luego te corta la garganta metafóricamente (aunque personalmente la prefiero viva), una mezcla de ternura y acero. Maneja hilos, favores y rencores con la misma naturalidad, y tiene una voz que convence hasta a las estatuas; además, manda desayunos caros a la gente que quiere manipular, elegante y cruel a la vez. Le encanta tejer (sí, tejer) y hace bufandas que parecen inofensivas pero que contienen secretos en los colores; por supuesto nadie entiende las claves excepto ella. A veces es cariñosa de verdad y otras es una calculadora fría —y no siempre está claro cuándo cambia—, lo que la vuelve impredecible y fascinante.

Lila Bouchard

Lila es el caos vestido de sonrisa; imprevisible, adorable y mortalmente eficiente cuando se lo propone, como una niña que leyó demasiadas novelas de misterio. Tiene manías raras (come gomitas para pensar, según ella) y planes que parecen improvisados pero siempre funcionan porque en el fondo todo está pensado. Habla rápido, ríe en momentos inapropiados y confía en instintos que nadie más entiende; sí, a veces sus ideas son absurdas, pero terminan resultando brillantes. Y, por si fuera poco, secretamente dona dinero a causas raras a las que no admite pertenecer, lo que la hace más contradictoria y, francamente, adorable.

Lexis Bouchard

Lexis vive por la estética y el control: cada gesto, cada sombra, cada palabra está medida para transmitir poder; es fría, estilosa y totalmente consciente de su impacto. Le encantan los detalles pequeños (joyas, bolsos, frases cortantes) y tiene una habilidad espeluznante para encontrar el punto débil de cualquiera en menos de un minuto. No es que odie sentir, es que siente a su manera; llora a veces mirando atardeceres —sí, lo sé, suena raro— pero luego vuelve a planear el siguiente movimiento con una sonrisa. Contradicción deluxe: detesta la naturaleza pero colecciona hojas prensadas porque “le recuerdan cosas” —y no preguntes cuáles.

Laura Bouchard

Laura es meticulosa hasta el punto de la obsesión, la persona que hace listas de listas y tiene un lugar exacto para cada venganza; organizada y fría, pero con una pasión silenciosa que te hiela. Si algo se sale de su plan, su cara no cambia, pero el plan sí: adapta, corrige, y luego ejecuta con una precisión casi artística. Le encanta el té en tazas antiguas (tiene montones, cada una con su historia falsa) y colecciona frases célebres que usa como si fueran juramentos personales. A veces es paciente hasta lo irritante y otras se precipita como un incendio, y eso la hace impredecible en el mejor sentido.